miércoles, 27 de abril de 2016

EL TALENTO EN AJEDREZ

Herencia y aptitud. El ajedrez es algo arbitrario inventado por el hombre. No es una cualidad natural que alguien que nace tenga en sus genes, como podría ser, la altura corporal, el color de los ojos, o la tendencia de algunos hijos de heredar la complexión atlética de los padres, los abuelos, o más allá. ¿Cuántos de nosotros no conocemos a alguien super-alto, alguien que supuestamente haría muy buen desempeño en una cancha de básquetbol? Primero no se nos ocurriría decir “tiene talento para el básquet”, sino que “tendría posibilidades como jugador de básquet”. Y segundo, y último, cuando le preguntas al señor muy alto con posibilidades para el básquet, que si no ha intentado ese deporte, tendrías dos respuestas: A: “Ah, no me gusta.” B: “Ah, lo intente, pero era muy malo.” Con el ajedrez pasa otro tanto. No hay muchos ejemplos de grandes ajedrecistas entre cuya progenie se destaque algún extra clase en ajedrez. Debe haber algún ejemplo, porque todo es relativo y siempre hay su excepción, pero no lo conozco. Al igual, cuando te tropiezas con alguien muy inteligente, alguien que se destaca extraordinariamente en una o varias actividades que requieren trabajo mental, no se nos ocurre decir, “oh, tiene talento para el ajedrez”, es más, ni siquiera en este caso se nos ocurriría decir, haría un buen ajedrecista. Los ajedrecistas de muchos años saben de lo que hablo: cuantos “cafres” uno no conoce que son buenos para el ajedrez, y otros, cuya inteligencia está fuera de toda duda, no resisten una ronda contra un jugador medio de club? Pero entonces, ¿Qué es el talento? El talento es la capacidad para desempeñar o ejercer una actividad determinada, y se considera como potencial (que puede ser desarrollado) más que una capacidad innata (que naces con ella). Las capacidades pueden ser adquiridas mediante aprendizaje. (En pocas palabras, puedes ser bueno con los números, pero no significa que serás ingeniero de la NASA. Sin embargo, pudieras ser ingeniero de la NASA, si desde que descubriste tu pasión, decidiste que el esfuerzo y el estudio de las matemáticas iban a ser el camino para llegar.) Puedo verte meneando la cabeza, todavía haciendo preguntas: “Pero hay genios; Mozart, por ejemplo, o el mismo Reshevsky y Pomar en el ajedrez. ¡Y Einstein! También fue un genio, ¿no?” Ya llegaremos a los niños prodigio; en cuanto a genialidad es una categoría que existe, y la diferencia con el talento es bien marcada: El talento, definido como cualidad no exclusiva (que cualquiera la puede tener), es cuando practicas una actividad mejor que otros. La genialidad, por el otro lado, es cuando la actividad que practicas ni siquiera es comprendida por otros, porque envuelve una nueva manera de pensar. Einstein y la teoría de la relatividad, por ejemplo. “¿Entonces, Bobby Fischer y Garry Kasparov no son genios?”, me preguntas. No, no lo son. Son individuos con características individuales muy marcadas, como la perseverancia, el poder de voluntad, y por supuesto, inteligencia general, dedicados en cuerpo y alma a su actividad preferida. “¿Pero ni siquiera vas a admitir que son talentosos?”, perseveras. Claro, ellos son talentosos para el ajedrez en cuanto ellos desarrollaron su potencial al máximo dedicando serias horas de estudio. “¡Pero es que ellos desde niños eran buenos! También Capablanca, Reshevsky, Pomar… que tiempo le podrían haber dedicado al ajedrez siendo tan niños?” (Caramba, que insistente) Bien, sin saberlo, eso es otra cara de la moneda, no implica “talento” como tal, sino que forma parte del normal desarrollo del cerebro humano. Para ello tomaremos el ejemplo por excelencia del desarrollo del infante… y más allá: Cuando nacemos, estamos expuestos al constante bombardeo del lenguaje, personas hablándonos, hablando entre sí, y por la capacidad del cerebro en desarrollo de captar y relacionar todo lo que está alrededor en esta etapa tan temprana de la vida, aprendemos a hablar “de oídas” (nunca mas cierta esta frase). Si el mismo niño se le somete a un ambiente poliglota (dos o más idiomas) pues aprenderá con la misma facilidad los idiomas que lo rodean, sin acento. Sin embargo, los niños que no son sometidos desde la más temprana edad, tal vez mas tarde, incluso un poco más temprano que los 15 años, aprenderán los idiomas con facilidad, pero tendrán un acento (que tal vez no se les note tanto), y algunas faltas gramaticales; por supuesto, eso es relativo, algunos habrá que no les note, sobre todo por el empeño o el ambiente en que se desarrollen. Después de los 15 años (algunos estudios dicen 18), el adolescente y el joven adulto “sufrirá” un poco más tratando de aprender el nuevo idioma, y en caso que lo domine (aquí ya no tienen la capacidad de absorber pasivamente como los niños, usualmente tendrán que esforzarse mucho más) repito, y en caso que lo dominen, tendrán acento y faltas gramaticales. En mayor o menor grado. Cuando la persona es ya adulta (25+), a veces les resulta difícil dominar un idioma, y en un abrumador por ciento de los casos, tendrán acento, repetidas faltas gramaticales, y siempre tendrán la sensación de entender mejor de lo que puedan hablar. A la hora de producir un discurso (complicada manera de decir a la hora de hablar) se verán en la necesidad consciente de pensar lo que van a decir, nunca de manera natural. Sólo tras extensa práctica el discurso saldrá automático, pero las faltas gramaticales y el acento estarán ahí y nunca desaparecerán en la mayoría de los casos. ¿Por qué traigo a colación esto? Porque en el ajedrez como la música se ha demostrado que el patrón de aprendizaje es el mismo que el del lenguaje. Una temprana exposición al ajedrez o a la música (o alguna otro arte/juego no mencionado aquí que no implique experiencia vital, como la literatura) aumenta las posibilidades del niño a ser bueno en tal actividad. Es lo que ha pasado con esos niños prodigio mencionados: una exposición temprana al ajedrez y luego un subsecuente desarrollo de este dio como resultado un buen jugador con poca edad. Pero ojo, eso nunca significó que los niños fueran extra inteligentes en otras áreas; el caso más pronunciado fue el de Reshevsky, que siendo niño fue llevado a volandas por toda Europa ofreciendo simultáneas, y el desarrollo normal del niño se vio afectado y estudios posteriores, ya publicados, mostraron que Reshevsky, a los 8 años, no compartía los mismos conocimientos de los niños de su época en otras áreas, así como que estuvo aislado socialmente. El ajedrez como lenguaje. Richard Reti hizo una comparación una vez (tal vez fue una metáfora) acerca del lenguaje y el ajedrez, cuando escribió acerca de Rubinstein (quien aprendió a jugar a los 16) y de Capablanca (a los 4). Como no tengo el texto a mano, hago un resumen: Consideraba que la falta de errores graves en el juego de Capablanca era porque aprendió a jugar a temprana edad, sin embargo, en el caso de Rubinstein, un jugador de alto nivel que aprendió tarde, a veces cometía graves errores posicionales a pesar de su nivel de gran maestro de renombre mundial. A esto le llamó jugar ajedrez con acento. Pero cuántos no quisieran jugar al nivel de Rubinstein? Fue un extra clase, y para muchos uno de los grandes que no ostentó corona. Los niños siempre tendrán ventaja sobre los adultos por: La naturaleza misma Por razones de índole social (no se ve mal que un niño juegue ajedrez casi todo o todo el día) Por razones económicas (un niño no tiene que ganarse la vida, no tiene que trabajar y dedicar su tiempo a otras cosas que no sea su pasatiempo favorito). Los adolescentes, en cambio, ya perdieron parte de las ventajas naturales de ser pequeño, y se le añaden las propias de la edad, hormonales, si saben a lo que me refiero. Sin embargo, todavía tienen una ventaja con respecto a los adultos, y pueden desarrollar un gran nivel de maestría, sin o casi sin acento. Los adultos, en cambio, tienen un duro camino por delante. No por falta de talento, sino por razones naturales. Es hora de ser francos: una persona mayor de 30 años (el pico del desarrollo cerebral) las tendrá duras hacerse maestro, ni vamos a hablar de gran maestro. Se ha podido en el pasado (y se puede), pero ha sido a costa de un gran sacrificio personal, y con la combinación de un método correcto de estudiar y entrenar ajedrez. Y para terminar: Y como esto se ha extendido demasiado, vamos a terminar con este capítulo, y dejaremos para un artículo posterior como se desarrollan y entrenan las habilidades, en nuestro caso el ajedrez.-

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